Es la oscuridad el medio propicio para la ejecución de esa siniestra estrategia y, a ese fin, el de promover tinieblas, se emplea la policía marroquí. Y a ella cabe atribuir el hostigamiento hacia los observadores internacionales que se desplazan al Sáhara Occidental. A la prohibición a que se vieron sometidas Inés Miranda Y Araceli Fernandez De Córdoba los primeros días del mes de noviembre de entrevistarse con El Ghalia Djimi, su expulsión del domicilio de ésta y el posterior acoso policial, se une igual comportamiento de Marruecos con Dolores Travieso Darias y Luis Mangrané Cuevas, que fueron expulsados el día 10 de noviembre del domicilio de Alouat Hassana, con el pretexto de que era necesario una autorización expresa para que los extranjeros visitaran los domicilios de saharauis. Al día siguiente Luis Mangrané se dirigió a la localidad de Bojador a visitar a Sultana Jaya, en donde nuevamente fue interceptado e impedido de entrar en su vivienda. Tras ser trasladado a la comisaría de policía, se reunió con Sultana en una cafetería pública, donde fue abordado por policías y expulsado de la ciudad. La reiteración de tales actitudes por el Gobierno de Marruecos da cuenta de su intención de crear un gueto para el pueblo saharaui en las ciudades bajo su administración, sometiendo a tales ciudadanos a una situación de marginación y aislamiento.
En el mismo sentido, no se permitió el desempeño normal de la labor de los observadores internacionales en la celebración el once de noviembre del juicio penal contra Alouat Hassana, llegando incluso los abogados desplazados a ser intimidados por fuerzas gubernamentales.
Condenamos desde aquí la obstaculización de la labor de los observadores internacionales, así como la escalada represiva en la que se enmarca, de la que no puede salir sino un futuro lleno de violencia.
Foto de Jon Jacobsen
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