sábado, 12 de diciembre de 2009

ESA SEÑORA QUE VIENE DEL AAIÚN COMO EL SIROCO

De Juan Yanes en "El oscuro borde de la luz":




A olvidarnos de todo, eso es lo que hemos aprendido. Es bueno vivir en un país amnésico de cuarenta y cuatro millones de desmemoriados. Por ejemplo, no estoy seguro, pero me han contado que primero hubo una Dictadura que era una especie de fanfarria de banderas gloriosas y brazos en alto haciendo el saludo romano que inventara D’Annunzio como parte de la coreografía del fascio italiano. Dicen que todo eso ocurría en una nación que nunca había dejado de vencer y que iba por rutas imperiales caminando hacia Dios bajo palio. Dicen que al que se salía del tiesto y abría la boca, lo metían en el trullo o lo pasaban por el TOP o lo trituraban en un consejo de guerra. Me han contado también que todo se terminó cuando uno, que llamaban El Carnicero de Málaga, salió llorando por la tele a comunicarle al país el deceso del Innombrable. Pero unos días antes de que finara el autócrata, Hasan II de Marruecos, que era como un hermano sibilino de la Guardia Mora, hizo una cosa muy fea, la Marcha Verde, y se quedó con el Sáhara. Nadie se acuerda ya de esas cosas que pasaron hace tantísimo tiempo. Nada, borrón y cuenta nueva. Eso es lo mejor.



A continuación, dicen que vino la Inmaculada Transición, en virtud de la cual era necesario hacer un esfuerzo adicional y olvidar nuestro pasado de antiguos rencores, fusilamientos, fosas comunes, cárceles y exilios para conseguir la tan ansiada reconciliación nacional y la normalidad democrática en el marco incomparable de una avanzadísima constitución en la que se restauraba la vieja monarquía, sin que nadie la hubiera pedido. Dicen que todos nos reconciliamos y santas pascuas. Venga, pues todo olvidado. Ya está.

Lo que acabo de contar ocurrió en el pleistoceno y como el tiempo lo borra todo, ya nadie se acuerda de nada. Normal. He oído que luego entró, por la puerta grande del país, el Caballo de Pavía. Creo que aquello fue tremendo, que se armó la marimorena, que fue una conmoción nacional. Pero nuestro valeroso Monarca, nos sacó del atolladero y cuando, al año siguiente, convocaron elecciones generales, ganaron por goleada los socialistas que eran unos jóvenes inexpertos que ni sabían hacerse bien el nudo de la corbata, pero que casi todos habían estudiado en los USA con becas Fulbright. O sea, que eran inexpertos pero más listos que el demonio. Estos jóvenes impetuosos también habían hecho un montón de esfuerzos adicionales y se habían olvidado de todo lo que tenían que olvidarse: del pasado republicano de sus abuelos, del marxismo, del socialismo, de la Guerra Civil, de sus visitas a los campos de refugiados saharauis de Tinduf en mangas de camisa y de la Dictadura. También se olvidaron de que estaban en contra de la entrada de España en la OTAN. Así pues, como eran los heraldos del cambio, cambiaron de opinión y nos metieron dentro.

En fin, todo esto ocurrió, como digo, hace mucho tiempo, y cuando ya nos habíamos olvidado de tantos acontecimientos traumáticos del pasado, hicieron una Ley de Memoria Histórica que no sirvió para nada, porque después de cuarenta años de Dictadura y treinta y cinco años de democracia desmemoriada, en un país amnésico como el nuestro, era metafísicamente imposible acordarse de nada de nada.

Ahora viene una señora indocumentada desde El Aaiún y dice que se llama Aminetu Haidar. Dice que el hijo del que se quedó con el Sáhara no la deja entrar en su propio país y la coge y la echa, así sin más ni más y se incauta de todos sus papeles y la señora Haidar se convierte en una sin papeles y la mandan en avión para Lanzarote contra su voluntad. Esta señora indocumentada habla perfectamente el castellano y va y se pone en huelga de hambre y se sienta en una sillita de ruedas y se pone a hablar y hablar y hablar con una botella de agua con azúcar en la mano. Ya lleva casi treinta días de huelga de hambre y se va a morir. Pero ella no para de hablar y de recordarnos cosas, ¡a nosotros, los desmemoriados!, con un hilito de voz. Dice que hay derechos políticos inalienables, dice que existe una cosa que se llama dignidad, dice que existe otra cosa que se llama principios éticos y derechos humanos, dice que hay pueblos abandonados en la tierra que tienen memoria. Esta señora indocumentada que no para de hablar y que se va a morir y que viene y dice que en el Aaiún viven bajo un régimen de terror, que se practica la tortura y que hay cárceles negras, violaciones, registros domiciliarios y palizas por parte de la policía marroquí y ¡ningún gobierno español ha dicho ni mu! ¡No me lo puedo creer! Pero es verdad, ningún gobierno democrático de este país ha denunciado nunca los atropellos. Ningún gobierno de esos países elegantes de la Unión Europea ha levantado la voz. Nada, ni pío. Se han hecho los locos durante casi treinta años.

Esta señora, que viene del Aaiún como el siroco, no para de hablar. Y lo peor de todo —lo que me trae por el camino de la amargura— es que, como habíamos aprendido a olvidar, hemos tenido que empezar a recordar y a recordar y a recordar.

Juan Yanes


http://jyanes.wordpress.com/2009/12/12/esa-senora-que-viene-del-aaiun-como-el-siroco/

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