En la cárcel preventiva de Berlín-Hohenschönhausen la Stasi desarrolló sistemas refinados de tortura. Narra Santiago Roncagliolo que los antiguos prisioneros políticos de Argentina y Chile que han visitado el bunker, hoy convertido en museo, coinciden en un detalle: les parece un jardín de infantes. Las víctimas de Videla o Pinochet tuvieron que soportar ataques con perros y ratas. Sus guardianes les inyectaban somníferos y los arrojaban desde aviones. Les aplicaban la picana en los testículos. Las violaban. Los métodos de Berlín, en cambio, muestran un alto nivel de sofisticación en el uso de la violencia. Entre los instrumentos de tortura que hoy se exhiben al visitante en el pabellón más antiguo, el submarino, destaca uno no tan fácil de comprender a simple vista: se trata de una puerta abierta en un muro, pero la puerta no da a ninguna parte. El guía explica que la celda es el muro. El prisionero era emparedado en un espacio de 1,5 por 0,4 metros. Ése era el más eficiente.
La periodista Magda Bandera entrevistó hace años a un grupo de jóvenes saharauis que habían cursado sus estudios en Cuba y después habían regresado a los campamentos de Tinduf. Según datos del Instituto Cervantes, 1.831 estudiantes saharauis de nivel medio y superior se graduaron en Cuba en el curso 2004-2005. La influencia de tal ayuda alcanza tal grado que se ha afirmado que la pervivencia del español en el Sáhara, como seña de identidad frente a la Administración marroquí y su sistema educativo, se sostiene gracias a los a los programas de estudio y visitas infantiles cubanos y también a la ayuda española. Entre esos jóvenes se encuentra Bueguia Barca Buzed, una enfermera que trabaja en el hospital de Auserd, tras estudiar doce años en Cuba. Declaraba a la periodista, impotente ante tantas carencias: "Pienso mucho en mis amigos de Varadero, pero ni siquiera podemos cartearnos, porque yo no tengo dirección. Vivo en la nada".
Hace unos días se reanudaron en Viena, tras dieciocho meses de suspensión, las negociaciones sobre el Sáhara Occidental entre el Frente Polisario y el gobierno de Marruecos. Entre los primeros objetos de dichas conversaciones se encuentran las llamadas "medidas de confianza" que la ONU había propuesto, medidas humanitarias referentes a los campos de minas y al acercamiento de las familias. El "muro de la vergüenza" que se extiende en más 2.000 kilómetros, separa a familias que se encuentran en ambas partes del territorio, y somete a los refugiados a unas penosas condiciones de vida. Los reunidos están construyendo una puerta en el muro y el tiempo dirá si, como en Hohenschönhausen, no conduce a ninguna parte y los saharauis seguirán viviendo en la nada, o si Bueguia Barca Buzed podrá abrirla para, cada atarceder, aliviarse del calor con la brisa del malecón habanero.
http://amnistiacatalunya.org/edu/2/tortura/tor-cites-s.roncagliolo.html
http://www.magdabandera.com/archives/000472.html
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