LOS MUROS
Cada vez son más los muros que se levantan para separar a ricos y pobres. Los pobres cada vez más desesperados y los ricos cada vez más inseguros. Crecen los excluidos, crece la violencia, y crece el miedo. Muros que limitan, que separan, que ocultan, que imponen distancia, que impiden el paso y las miradas. ¿Un mundo globalizado, una sociedad de la información? Sí, pero en una sola dirección: libertad para personas, productos y noticias de los países ricos, pero prohibiciones y vetos para los de los países del llamado tercer mundo. ¿Cómo evitar el reconocimiento de la injusticia y la revuelta? Los excluidos, condenados a una vida de miseria y abandono, son aislados y encerrados en sus guetos, ocultados a un mundo que prefiere no verlos, para que no se atrevan, para que no molesten, para que no irrumpan en nuestro paraíso amurallado.
Son muros reales, hechos de cemento, hormigón, alambradas, fosos, cámaras de vídeo y soldados, que marcan una frontera infranqueable y convierten los territorios de los desposeídos en cárceles gigantescas. Separan España de Marruecos, Israel de Palestina, Estados Unidos de México… Muros también en el interior de las ciudades, como el que se levanta en Río de Janeiro para recluir los barrios de favelas. Muros de las cárceles del mundo, cada vez más atestadas de presos.
Pero son también muros invisibles, más difíciles de salvar, levantados con olvidos interesados, mentiras y prejuicios, que hacen del otro un ser extraño y peligroso al que hay que temer. El miedo al pobre se enseña y se fomenta. Lo hacen los políticos al servicio del poder económico y los medios de comunicación afines: son ellos los que fabrican y difunden la imagen de esos “enemigos” a medida, los que justifican el silencio obediente y la violencia contra los excluidos.
Cada vez son más los muros que se levantan para separar a ricos y pobres. Los pobres cada vez más desesperados y los ricos cada vez más inseguros. Crecen los excluidos, crece la violencia, y crece el miedo. Muros que limitan, que separan, que ocultan, que imponen distancia, que impiden el paso y las miradas. ¿Un mundo globalizado, una sociedad de la información? Sí, pero en una sola dirección: libertad para personas, productos y noticias de los países ricos, pero prohibiciones y vetos para los de los países del llamado tercer mundo. ¿Cómo evitar el reconocimiento de la injusticia y la revuelta? Los excluidos, condenados a una vida de miseria y abandono, son aislados y encerrados en sus guetos, ocultados a un mundo que prefiere no verlos, para que no se atrevan, para que no molesten, para que no irrumpan en nuestro paraíso amurallado.
Son muros reales, hechos de cemento, hormigón, alambradas, fosos, cámaras de vídeo y soldados, que marcan una frontera infranqueable y convierten los territorios de los desposeídos en cárceles gigantescas. Separan España de Marruecos, Israel de Palestina, Estados Unidos de México… Muros también en el interior de las ciudades, como el que se levanta en Río de Janeiro para recluir los barrios de favelas. Muros de las cárceles del mundo, cada vez más atestadas de presos.
Pero son también muros invisibles, más difíciles de salvar, levantados con olvidos interesados, mentiras y prejuicios, que hacen del otro un ser extraño y peligroso al que hay que temer. El miedo al pobre se enseña y se fomenta. Lo hacen los políticos al servicio del poder económico y los medios de comunicación afines: son ellos los que fabrican y difunden la imagen de esos “enemigos” a medida, los que justifican el silencio obediente y la violencia contra los excluidos.
BIELLA NUEI y AZAWAN
"Casser le Mur/Derribar el muro" es un proyecto de cooperación entre los festivales Pirineos Sur y L‟Boulevard de Casablanca, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), en el que participaron el grupo aragones Biella Nuei y varios músicos marroquíes que se agruparon con el nombre de Azawan, entre ellos Oum el Ghaït Benessahraoui, cantante de origen saharaui. Derribar el muro... los muros económicos y culturales, pero también físicos, forjados con alambradas, fosos, perros, policía, seguridad: La valla de Ceuta, la valla de Melilla, el mismo muro que separa Méjico de Estados Unidos, Palestina de Israel. Pero junto a ellos se alzan también esos otros muros que se trazan contra los más pobres, los muros que tienen que atravesar los emigrantes centroamericanos para llegar a USA por México, a los pies de los cuales anualmente quedan muertos cerca de 450 personas y otras 100 quedan inválidas por accidentes, por la agresión de los policías, los asaltos de las maras. Viajan en vagones de carga, expuestos a la extorsión, a las vejaciones, la agresión. O el muro que el mismo Marruecos levantó en el Sáhara Occidental, otro muro de la vergüenza.
Al ser entrevistada por La República Cultural Oum el Ghaït Benessahraoui, le formularon la siguiente pregunta: "Hay dos muros entorno a Marruecos: el de Europa que impide a la gente pasar para buscar algo mejor y hay otro muro, el que separa al Sáhara. ¿Qué piensas de las limitaciones, una para Marruecos y otra de Marruecos?" Ella respondió: "-Bueno, la cuestión viene con esta frase de “buscar una vida mejor”. No estoy convencida de que la vida sea mejor fuera de Marruecos. No veo el por qué".
La respuesta era fácil ... "Casser le mur".
Al ser entrevistada por La República Cultural Oum el Ghaït Benessahraoui, le formularon la siguiente pregunta: "Hay dos muros entorno a Marruecos: el de Europa que impide a la gente pasar para buscar algo mejor y hay otro muro, el que separa al Sáhara. ¿Qué piensas de las limitaciones, una para Marruecos y otra de Marruecos?" Ella respondió: "-Bueno, la cuestión viene con esta frase de “buscar una vida mejor”. No estoy convencida de que la vida sea mejor fuera de Marruecos. No veo el por qué".
La respuesta era fácil ... "Casser le mur".
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