martes, 21 de julio de 2009

RESISTIR


...Digamos que el principio es: está mal oprimir y humillar a todo un pueblo; despojarlo sistemáticamente de su justo techo y alimento; destruir sus habitaciones, sus medios de vida, su acceso a la instrucción y a la atención médica, y su capacidad para reunirse.
Que estas prácticas están mal, a pesar de las provocaciones.
Y hay provocaciones. Eso, tampoco, debería negarse.
En el núcleo de nuestra vida moral y de nuestra imaginación moral se encuentran los grandes modelos de resistencia: las grandes historias de quienes han dicho ''no''. ''No'' te serviré.
(…)
Actuar por principio es, se nos dice, bueno en sí mismo.
Pero sigue siendo una acción política, en el sentido de que no lo estás haciendo en tu beneficio. No lo haces sólo para tener razón o para apaciguar tu conciencia; mucho menos porque confías en que tus acciones alcanzarán sus objetivos. Resistes porque es una acción solidaria. Con las comunidades de quienes tienen principios y con los desobedientes: aquí y por doquier. Del presente. Del futuro.
La prisión de Thoreau a causa de su protesta contra la guerra estadunidense con México en 1849 difícilmente detuvo el conflicto. Pero la resonancia de aquella temporada breve y del todo impune de detención (un célebre y único día en la cárcel) no ha cesado de inspirar la resistencia por principio frente a la injusticia a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y hasta nuestra época. El movimiento para clausurar el campo de pruebas de Nevada, un sitio clave de la carrera de armamentos nucleares, fracasó en lograr su objetivo a finales de los 80: las protestas no afectaron las operaciones del campo de pruebas. Pero inspiró directamente la formación de un movimiento de protesta en la lejana Alma Ata en la primavera de 1989, que finalmente consiguió cerrar el campo de pruebas soviético en Kazajistán. El movimiento citaba a los activistas antinucleares de Nevada como fuente de inspiración y expresaba su solidaridad con los nativos norteamericanos en cuyas tierras se localizaba el campo de pruebas.
La probabilidad de que tus acciones de resistencia no puedan evitar la injusticia no te exime de actuar en favor de los intereses de tu comunidad que profesas sincera y reflexivamente.
Así: no conviene a los intereses de Israel ser un opresor.
Así: no conviene a los intereses de Estados Unidos ser una superpotencia, capaz de imponer su voluntad en cualquier país del mundo, a su capricho.
Lo que conviene a los intereses de una comunidad moderna es la justicia.
No puede estar bien oprimir y confinar sistemáticamente a un pueblo vecino. Sin duda es falso sostener que el asesinato, la expulsión, las anexiones, la construcción de muros -el conjunto de lo que ha contribuido a reducir a todo un pueblo a la dependencia, la penuria y la desesperanza- traerá la seguridad y la paz a los opresores.
(…)
Más allá de estas luchas, merecedoras de nuestra apasionada adhesión, es importante recordar que en los programas de resistencia política la relación de causa y efecto es serpentina y a menudo indirecta. Toda lucha, toda resistencia, es -debe ser- concreta. Y toda lucha tiene una resonancia mundial.
Si no aquí, entonces allá. Si no ahora, entonces pronto: por doquier y aquí.

Susan Sontag, fragmento del discurso pronunciado en Texas el 30 de marzo de 2003, con motivo de la entrega del Premio Oscar Romero a Ishai Menuchin.

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